Antes, la esperanza se fundaba en la certeza (orden divino, providencia, ley dialéctica de la historia, ley del progreso). Ahora sólo cabe apostar por ella en la incertidumbre, y precisamente con base en la incertidumbre: La indeterminación del futuro, las posibilidades que dependen en parte de nosotros, pero sin ninguna garantía.
Antes, se esperaba en el Ser, la Razón, el Progreso, la Utopía.
El Ser (esencialismo) lo ha disuelto la evolución y la flecha del tiempo.
La Razón determinista la impugna su insuficiencia para el caos, el desorden, lo sensible.
El Progreso emancipador lo ha corrompido la historia de las revoluciones: historia cainita con cientos de millones de asesinados en su nombre. Y ¿para qué?
La «antiglobalización» y el posmodernismo serían efecto y síntoma de toda esta podredumbre:
- Defensa de la esencia particularista (étnica, indígena, diferencia cultural), sin universo común.
- Opción irracionalista: el sentimiento como motivo y los valores tradicionales idealizados.
- Vía regresiva: cuestionamiento del Estado, la ciencia, la tecnología, el mercado...
- Anteponer las identidades culturales/étnicas a los derechos humanos universales.
- Preferir la «espontaneidad» ética (sin descartar la violencia) a las instituciones sometidas a la ley.
Razones para la desesperanza:
- La superpoblación de tantos países.
- El totalitarismo de Corea, Cuba...
- El fundamentalismo islámico.
- El nacionalismo, la balcanización del planeta.
- El indigenismo, retrógrado como todo particularismo (racista en el fondo).
- El armamentismo generalizado.
- El unilateralismo, opuesto a la mundialización de la política.
- El anarquismo de izquierdas y de derechas, ambos con su afán de poder.
- El ataque sistemático a la biosfera.
- El subdesarrollo científico-técnico.
- El pietismo religioso, y su radicalización en fanatismo.
Es necesario someter a crítica:
- La fe en la violencia como instrumento político.
- La vinculación de la violencia con la idea de revolución (anarquismo, totalitarismo, terrorismo): yihad, cruzada, lucha final, acción directa.
- El poder del anarquista; la globalización de los antiglobalización; el sistema de los antisistema.
- La opción vital lúdico-festiva (simbólica, ritual, folclórica) con desprecio de la organización y la institucionalización.
Dónde está y dónde no está la esperanza:
El capitalismo y el imperialismo ya han sido criticados: No es la esperanza para la humanidad.
Pero nos falta aún despejar muchas falsas ilusiones, por ejemplo:
- Cuba y el castrismo, supuesto pero falso socialismo
- Las FARC de Colombia, herencia del Che Guevara: mafia asesina financiada por el narcotráfico.
- La ETA vasca y su ideal racista.
- El GIA argelino, Al Qaeda, Estado Islámico y su fanatismo religioso.
- La charía islamista y la yihad armada en nombre de Dios.
- El anarquismo violento y su obsesión de poder.
- El frente zapatista y su sistema de opresión comunal.
- Los populismos de izquierda y de derecha.
Todas ellas, formas tendentes al totalitarismo: una esperanza absoluta, en virtud de la cual finalmente se legitima asesinar.
La esperanza es una virtud teologal: Solo Dios es su objeto adecuado. Ponerla en la inmanencia de forma absoluta es absolutizar lo relativo, degenerar la esperanza...
Como virtud antroposocial: Sólo la humanidad planetaria es su objeto adecuado. Por eso, el sexismo, el racismo, el etnicismo, el indigenismo, el nacionalismo, el clasismo son formas degradadas.
Como virtud intramundana, sólo le cabe un carácter pragmático, de negociación, apuesta, incertidumbre: Desdivinizando, desabsolutizando, desdogmatizando, desmitificando todas las esperanzas histórico-sociales.
La esperanza concreta tiene que ver con la vida de cada ser humano y su desarrollo humano: Por tanto, todo lo que obstaculiza ese progreso... se le opone. En especial la violencia sobre los individuos, y las condiciones de injusticia.
La esperanza general sólo puede referirse a la creación de las condiciones sistémicas, sociales y mundiales: que favorezcan la realización de las esperanzas individuales, como expresión de la libertad personal (antípodas del ideal utópico-totalitario y el étnico-identitario): Frente a todo destino colectivo usado como coartada para ahogar la individualidad.