Preguntas preliminares
¿Qué entendemos por ciencia? ¿Qué entendemos por religión? ¿Qué relaciones se dan entre la una y la otra? ¿Desde qué posición intelectual y qué suposiciones hablamos sobre este tema? Nuestro contexto social, político e intelectual aparece plagado de prejuicios, falsedades y necedades que dan muestra de ignorancia, dogmatismo, sectarismo y fanatismo:
– Ignorancia es no saber y además no querer saber.
– Dogmatismo es presuponer que uno está en posesión plena de la verdad.
– Sectarismo es intransigencia en una verdad parcial rechazando toda otra.
– Fanatismo es apasionamiento en la defensa de la propia creencia como única verdad.
Cuanto más imbuidos están de estos vicios, que pasan por virtudes, más propenden a legitimar la agresión: negar a los otros sus derechos, hacerles el daño posible y, si se diera ocasión, asesinarlos por la causa.
¿Desde dónde hablar?
Mi posición supone que hay una realidad objetiva del mundo y la historia, que es inteligible y que la razón humana tiene capacidad para entenderla.
Mi actitud tiende al cuestionamiento de todas las verdades y certezas, incluidas las mías propias. A la vez, se propone buscar la verdad, sabiendo que solo es posible alcanzarla de forma incompleta y que hay que trabajar con la incertidumbre.
Me sitúo en un nivel de reconsideración crítica desde el que tengo en cuenta las propuestas de conocimiento de todo tipo. Tanteo un metadiscurso, un metapunto de vista: un modo de pensar filosófico.
Qué entender por ciencia
Se trata de la ciencia europea u occidental, surgida en el siglo XVII, concretada en el conjunto cambiante de sus disciplinas: no solo las físicas, sino también las biológicas, e incluso las antropológicas.
Abarca las ciencias consideradas fundamentales y las consideradas fenomenológicas. Acepta tanto las disciplinas encuadradas en el paradigma determinista de la "ciencia clásica" como las que se abren a un paradigma de complejidad.
En cualquier caso, la ciencia define el alcance de su validez dentro de los límites de su fundamentación epistemológica y metodológica. El valor de verdad de las teorías científicas está siempre circunscrito a los modelos utilizados. Una ciencia no sabe nada de lo que cae fuera de su método.
Qué entender por religión
No confundir la religión (como dimensión humana) con la religión organizada (la institución religiosa). Pero tampoco se pueden separar completamente.
Por ejemplo: la acción de hablar español no hay que confundirla con la pertenencia a la Real Academia de la Lengua española, pero tampoco son cosas totalmente ajenas. Uno puede hablar sin interesarse lo más mínimo por la gramática.
No es lo mismo la Iglesia que el cristianismo, aunque tienen que ver. No es lo mismo ha historia de la Iglesia que las historias negras que cuentan sus detractores, aunque no haya que idealizar ninguna historia.
Aquí hablo de la religión en cuanto realidad antropológica e histórica. Me refiero a la religión como universal cultural, es decir, como sistema cultural de signos que confiere un sentido a la vida, en correspondencia con un postulado sagrado último; un sistema que articula un lenguaje mítico, un lenguaje ritual y un lenguaje ético. Y me refiero, igualmente, a la presencia efectiva del cristianismo en la historia europea.
Relación entre la ciencia occidental y la religión cristiana
La ciencia moderna no surgió ni en India, ni en China, que fueron grandes civilizaciones con gran desarrollo técnico y de conocimientos descriptivos. El pensamiento índico cree que este mundo no es real, sino maya, algo onírico, carente de sentido en sí mismo y, por eso, lo que busca es cómo escapar de él. Para el pensamiento chino, sea confucianista o taoísta, el tao o el curso que sigue el mundo es incomprensible y sus alternancias se producen al azar.
La ciencia moderna europea, con precedentes puntuales en algunos sabios helenos, apareció propiamente con Galileo, Kepler y Newton, con Descartes y Leibniz. Y es necesario subrayar que esta ciencia occidental surgió en el seno del pensamiento teológico cristiano, a partir de la idea de que hay un creador que instaura las leyes naturales. En consecuencia, hay un orden que puede ser investigado y conocido.
"El concepto de un Dios creador que impone leyes físicas que rigen el universo se desarrolla con Kepler y Newton, en el siglo XVII. El universo newtoniano era mecánico. Funcionaba como un reloj al que se le daba cuerda. Después de crear el universo, Dios solo tenía que darle cuerda para que funcionara por sí mismo siguiendo las leyes de la gravitación universal" (Trinh Xuan Thuan 2008: 24).
"Yo no opondría la ciencia y la religión, aunque eso se ha hecho en el pasado. Para mí, la ciencia occidental tiene su origen en la teología. Es lo absoluto opuesto a aquello que la gente cree. La ciencia occidental se creó en el siglo XVII y Leibniz lo expresó muy claramente. Lo que Leibniz pretende esencialmente es llevar al hombre más cerca del conocimiento de Dios" (entrevista con Ilya Prigogine).
Por tanto, en principio no hay razones para negar ni la ciencia ni la religión, como si fueran incompatibles
Alcance y límites del conocimiento humano
1. Suponemos que la realidad es una, pero está estructurada en distintos niveles de complejidad.
2. Suponemos que la razón humana es una, pero sus usos y aplicaciones son heteróclitos.
3. Para los humanos se da la imposibilidad de un conocimiento absoluto. La ciencia no puede ser un conocimiento total del todo. No existe una única metodología, ni un único lenguaje que pueda dar cuenta de todo en última instancia.
4. Solo cabe una pluralidad de "ventanas" sobre la realidad, pues esta es compleja, constituida por múltiples niveles de organización. Asimismo, hay múltiples modos de observación, múltiples métodos y lenguajes.
5. Se da discontinuidad entre la organización de los diferentes niveles. Y también entre las modalidades de conocimiento y sus respectivos lenguajes creados por la cultura: técnica, ciencia, filosofía, poesía, artes, religión.
6. Las diferentes modalidades de conocimiento de la realidad resultan irreductibles a un tipo fundamental, son específicos, pero son complementarios para el sujeto pensante que los utiliza.
7. La relatividad y la falibilidad afecta a todas las modalidades de acceso al conocimiento de lo real. No se trata de que uno sea más verdadero que otro, salvo respecto a sus propios fines.
8. La ciencia hoy entiende los niveles de organización como producto de una evolución, que se manifiesta como creativa en el tiempo.
9. Los procesos de evolución comportan emergencias: nuevos sistemas, nuevos principios de organización. El nivel emergente (mutación, innovación) no es deducible desde el nivel "inferior" y, por tanto, es irreductible a él.
10. El mecanismo de la evolución/emergencia supone que el sistema existe lejos del equilibrio. Está sujeto a inestabilidad, fluctuaciones y puntos de bifurcación. Todo lo cual supone la existencia de indeterminación (probabilidades) y flecha del tiempo (irreversibilidad).
La racionalidad limitada de las ciencias
Todas las vías de conocimiento forman parte de la cultura, son producto sociocultural, aplican usos específicos de la racionalidad humana, con fines, medios y lenguajes diferenciados.
En el plano de las ciencias, encontramos tres campos teóricos: la física, la biología, la antropología.
En planos no científicos de la cultura, se sitúan la literatura, el arte, la religión, la filosofía…
La física delimita su campo por el estudio empírico del universo material y su evolución. Ahí todo es: energía, materia, vacío, espacio y flecha del tiempo. Y todo se explica por las cuatro fuerzas o interacciones:
– la gravitatoria,
– la electromagnética,
– la nuclear fuerte,
– la nuclear débil.
No hay nada más. De Newton a Einstein, la física ha cambiado de un paradigma determinista, cuyo ideal era la geometría, a otro cuyo modelo es la historia, marcada con indeterminación, impredictibilidad e incertidumbre. Ahora bien, desde la física no hay explicación para la vida, ni para la conciencia.
La biología se ocupa del estudio de la vida, de los sistemas vivos y su evolución. Lo nuevo de los sistemas vivos radica en la emergencia de la "información" genética, en virtud de la cual los organismos se autoorganizan y organizan sus interacciones con el ecosistema. La evolución genética de las poblaciones la explica la teoría neodarwinista mediante cuatro fuerzas evolutivas:
– las mutaciones,
– el flujo de genes,
– la deriva genética,
– la selección natural.
Pero en su nivel particular, los genes solo rigen la producción de proteínas. La actividad de los genes no explica nada más. El comportamiento se organiza a nivel "epigenético". Hay un etograma peculiar de cada especie y unas estructuras adaptativas de las poblaciones de sistemas vivos.
La antropología es una indagación privativa de la especie homo sapiens. Lo emergente aquí es el sistema cultural en interacción con la conciencia humana. La evolución cultural o histórica de las sociedades se explica en función de:
– las innovaciones,
– la difusión entre culturas,
– la transmisión cultural,
– la selección cultural.
La naturaleza humana se caracteriza por ciertas "reglas epigenéticas" que orientan las creaciones propiamente culturales. La cultura está constituida por una codificación inherente a toda clase de comportamiento social e individual: lenguaje, técnica, economía, parentesco, política, saberes, artes, religión, etc. Pero los esquemas culturales no se deducen del genoma ni del cerebro. ¿Y cuál es el papel del pensamiento consciente y de la libertad?
Por su estatuto gnoseológico en cuanto tales, todas las ciencias crean teorías de alcance limitado e incompletas, que dejan muchos problemas sin explicar en su propio campo y que tienen poco que decir respecto a otros dominios:
En la física no hay explicación para la vida. Se requiere la biología.
En la biología no hay explicación para la conciencia/cultura. Se requieren las aportaciones de las ciencias sociales y humanas.
En las ciencias humanas no hay explicación para los valores estéticos, éticos, religiosos. Estos desbordan el ámbito del conocimiento científico positivo.
Las perspectivas de la religión y de la filosofía
Más allá de las ciencias positivas, la filosofía y la religión, cada una con su lenguaje, tratan de responder a preguntas tales como:
– ¿Por qué hay algo en vez de nada?
– ¿Por qué las leyes del universo son así y no de otra manera?
– ¿En qué se fundan los valores: belleza, bondad, justicia?
– ¿Tiene un sentido la historia, la vida, el universo?
– ¿Qué significado atribuir al "principio antrópico"?
Los sistemas filosóficos tienden a un discurso basado en una razón especulativa, para responder a tales preguntas.
Los sistemas religiosos codifican significados elaborados a partir de las experiencias históricas de las sociedades humanas.
Ahora bien, cabe afirmar que todos los sistemas de respuestas y propuestas poseen un carácter religioso, aunque aparezcan formalmente como filosofías, ideologías, mitologías, utopías.
Los grandes sistemas ideológicos de los siglos XIX y XX han sido "religiones políticas" o "religiones de salvación terrestre", con la estructura mítica, simbólica y pragmática típica de la religión.
Conclusiones
La ciencia, correctamente entendida, nos deja libertad para creer.
La religión, correctamente entendida, nos da libertad para investigar.
De modo que la religión y la ciencia constituyen enfoques epistemológicamente independientes y a la vez complementarios en nuestra visión del mundo humana.
El verdadero debate no es entre ciencia y religión, en lo que erraban o mentían el progresismo y el marxismo.
Las ciencias ofrecen un conocimiento positivo de lo que es, desde un punto de vista empírico; pero no dicen nada de lo que debe ser. Su valor es solo instrumental.
El debate está entre filosofías y entre religiones, en orden a discernir cuál orienta a los mejores valores para la acción ética y política de la humanidad.
Prigogine, Ilya (e Isabel Stengers)
1986 La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia. Madrid, Alianza Editorial.
Trinh Xuan Thuan (y otros)
2008 "Entrevista a Trinh Xuan Thuan", en ¿Se ha creado el mundo a sí mismo? Vilaboa (Pontevedra), Ellago Ediciones, 2011.